Hace poco más de una década que Julio César Chávez se fue del boxeo. Con la mano fracturada y su sexta derrota, no es el adiós que todos hubiéramos deseado, para el más grande peleador mexicano de todos los tiempos. 25 años de trayectoria se dice fácil, y en su época de oro, alcanzó las estrellas.
“La verdad no extraño el boxeo, fueron muchos años peleando, creo que me debí haber retirado antes, hubieran sido menos derrotas pero, en fin, no me arrepiento de nada, de lo único es de haber llevado una vida desordenada, de no haber hecho bien las cosas porque, imagínate, hubiera llegado a 100 peleas invicto, ese era un récord inimaginable, hubiera sido difícil que alguien lo igualara.»
En estos diez años, el ‘César del Boxeo’ ha estado cerca de ese deporte por dos razones: la primera de ellas, la participación de sus hijos como boxeadores, y la segunda como analista de las funciones del boxeo en el mundo. Sin duda, la primera de ellas, es la que más le ha llenado de alegrías, y también de decepciones.
Su estilo, espectacularidad, resistencia e historial, en términos generales, lo convirtieron en uno de los peleadores favoritos, no solamente de los mexicanos, sino de todo el mundo, en donde muchas de sus batallas fueron presenciadas por millones de aficionados.
En Estados Unidos fue una garantía, tanto para la televisión como para las taquillas. Y sus encuentros contra Oscar De la Hoya, Meldrick Taylor, Roger Mayweather, Héctor Camacho, Frankie Randall, Edwin Rosario y muchos más, no podrán ser olvidados.